sábado, 26 de mayo de 2007

CON LOS OJOS ABIERTOS

Después de conversar largo rato, decidió darse una ducha. Hace mucho calor en esta ciudad. Como ningún día, dejo de asistir a sus obligaciones. Mientras el tiempo pasaba, esperaba en la silla de madera junto a la lampara que parecía iluminar pensamientos filosóficos. En mi mente solo habían reflexiones, decisiones.
Escuche la puerta del baño que se abría y dirigí mi mirada hacia allá. Ella salio envuelta en una toalla blanca. Aun su cuerpo se veía húmedo; vino a mi ese olor a cuerpo recién duchado. Parecía estar distraida caminando hacia su habitación.
Ese momento se hizo eterno, en mi cabeza solo pasaban pensamientos de pasión y deseo de tener su cuerpo cerca. En un impulso suicida, fui a su habitación. Tenia la puerta abierta, estaba ella con la espalda desnuda, aun goteaba agua de su cabello mojado.
Sentí que una sonrisa se dibujo en mi rostro, porque frente a mi estaba una maravilla. Ella también sonreía, mis intenciones eran evidentes.
Me acerque, su cabello estaba en la punta de mi nariz, baje hasta su espalda. Mis manos tomaron su cintura. Ella se volteo, y me miro. Cada encuentro era diferente y nuevo. Mas intenso.
Su beso tenia mucha fuerza. Ya no había toalla, ni ropa. Nuestros cuerpos guardaban ese calor de la pasión de quienes tienen mucho tiempo sin verse. Mas la deseaba.
Sobre la cama, mi cuerpo encima del suyo. Mi boca recorría toda su piel, el cuello, los hombros, su pecho, sus pezones, su vientre, sus piernas.
La tenia envuelta en mi, en mis brazos, en mis deseos.
Mi oído cerca a su boca recibía sus gemidos y su respiración. Su garganta se secaba mas lentamente, mas lentamente, mas lentamente.
Sus piernas abiertas me envolvían parcialmente, ciñendo el calor de su vagina en mi. Dejando la huella moral de su sexo, inevitable olvidar.
Mi cuerpo se movía sobre ella despacio, de izquierda a derecha, de arriba hacia abajo, pulsando los lugares correctos...